lunes, 10 de septiembre de 2018

5500 kilómetros de libertad.



Viajar es inspirador y si bien cada persona elige el destino y la forma, la verdad para mi existe solo una y es, marcar  un destino, buscar la forma más económica  que te lleve ahí y alargar tu estadía lo que más se pueda, ¿para qué? parar conocer, observar, empaparte un poco, equivocarte y enmendar, vivir el máximo de experiencias, buenas o malas no importa, después todas se transforman en buenas, en resumidas cuentas viajar tiene como objetivo primero vivir un tiempo fuera de tu zona de confort. Es por eso que las vacaciones all inclusive, cruceros y viajes en donde una empresa resuelve todo por ti, no me interesan en lo más mínimo, es más para mi eso no es viajar, primero porque es carísimo y segundo porque no conoces nada cuando te vas a un hotel tan maravilloso y con barra libre, que finalmente tus vacaciones son dentro del hotel y tus intervenciones o visitas al lugar de destino son con un guía que te explica todo sin dejar que saques tus impresiones. 
Me suena raro cuando digo "mi zona de confort", porque en este momento no  salí de ahí a mi viaje. Lo cierto es que estoy en la primera etapa de adaptación a un nuevo país, más bien a un nuevo continente. Fue extraño, ya que esas típicas comparaciones que uno hace con la cultura que se está conociendo v/s la propia, en mi caso fueron bastante bipolares. En las ocasiones que me encontraba con algo desagradable comenzaba a pensar uff que alivio  que en Alemania esto no pasa, o al revés cosas que extraño de Chile  me hacían sentir enojada de que se hagan de una forma en Italia o en Grecia, y no en Alemania. 
Un pequeño resumen de la ruta: Recorrimos aproximadamente 5500 kilómetros, desde Alemania hasta Corfu Grecia, pasando por Lago di Garda, Pisa, Terracina, Nápoles, Pompeya y Bari, Luego Cruzamos a Corfu en Barco para volver por el este de Italia, Ancona, Venecia y la última parada Austria. Desde ahí directo a casa.

 En Italia o quizás algunos lugares de Italia la gente me pareció winner, si bien conocimos personas muy buena onda, y como en todos lados hay de todo, lo cierto es que tuvimos situaciones muy desagradables al llegar a "algunos" campings. Por ejemplo los valores partían en 60 euros, y dependiendo de tu poder de negociación iban bajando hasta conseguir un buen precio. Por suerte en ese punto coincidímos con mi pareja "nosotros no negociamos" y esto nos sirvió para conocer algo el uno del otro, entendimos que para nosotros hay cosas que se hacen solo de una forma, pero más que eso o en lo más profundo, entendimos que para nosotros hay cuestiones que evidentemente no se negocian, fueron buenos momentos de coordinación  espontánea en las que nos bastó guiñar el ojo.

Los Italianos son relajados a morir, al medio día se cierra el comercio y todo, digo todo, ya que ni los camping te reciben entre las 12 y las 3 o 4 de la tarde porque este horario es de siesta, por supuesto hay excepciones, pero la generalidad es esa, un sueño hecho realidad pensé como buena chilena, pero al mismo tiempo pensé, que horrible tener que adaptarme al extremo contrario, ya que  para los alemanes es impensado desaprovechar el tiempo, el ocio no existe como concepto, y esa frase italiana tan linda para mis oídos "Dolce far niente" que significa algo así como "el placer de no hacer nada" es absolutamente incomprensible en Alemania, porque para un alemán no hacer nada no genera placer, así de concreto. Y ahí estaba yo frustrada al máximo exactamente en el medio de dos estilos paradójicamente distintos.

En el barco a Grecia los italianos me resultaron   insoportables, quizás esta primera impresión sea prejuiciosa, súper apresurada o súper incorrecta y tenga que ver solo con un tipo de italiano,  pero como ya habíamos tenido la experiencia de los camping y otros ejemplos, fui sumando y sumando para tener esta impresión. Durante las horas de viaje en el barco estos cabros no mostraron ningún respeto por el medio ambiente, me refiero a todo, gritan en tu oído, llegan de los últimos pero se ponen al principio en la fila, son capaces de apagar la colilla de cigarrillo en tu zapato si no encuentran otro espacio, por dar solo ejemplos que vi en el barco y que obviamente me hicieron comparar, aquí, allá, acá... por el contrario los griegos me parecieron amables y prudentes, a veces serios, pero en general amigables y por sobre todo confiables.

En cuanto a la belleza de cada lugar, llegamos con mil fotos, algunas muy buenas solo quedaron en la mente, porque hay momentos en donde sacar la cámara no tiene sentido.


Italia es hermoso, tanto en arquitectura como en geografía, donde mires ves montañas, valles, océano o lagos,  aunque choca a ratos ver tanta y tanta gente por todos lados (de verdad te sientes plaga), pero tuvimos la suerte de encontrar una playa chiquita y muy tranquila algunos kilómetros al norte de Nápoles. 
Corfu en Grecia nos sorprendió gratamente, pese a que también recibe muchos turistas, sentimos que el turismo en Corfu es distinto, quizás más hippie, quizás la geografía hace que lo sientas más familiar, quizás los lugareños te dan ese confort, no lo sé, pero estuvimos todo el tiempo felices recorriendo la isla. Playas pequeñas, algunas con piedrecillas mas que arena, pero todas con su que se yo, con su no se qué, con algo que nos hizo sentir demasiado bien.
Grecia es un país con problemas en su economía, problemas que se notan al momento que llegas y la gente te lo hace saber aunque tiene un estilo bastante sutil para hacerlo.
Hay basura por todos lados y no me refiero a un poco de basura, me refiero a cuadras y cuadras de contenedores con basura rebalsada que conviven con la bella geografía de montañas y playas paradisíacas, quizás esto no se ve en Atenas o Santorini, porque como en todos lados del planeta la costumbre es esconder la tierra bajo la alfombra cuando llegan invitados. De todos modos no lo sé, pero es la impresión que tengo de todos los lugares que he visitado, existe un lado A, que se presenta al turista y un lado B que es el que a mi me gusta conocer.
....Y bueno después de esta mini relectura de nuestro  viaje, me quedo con las improvisaciones, con los cambios de ruta, con los no planes, lo planteo así porque se nos ocurrió pasar a Venecia, que si bien estaba a la pasada de nuestro camino de vuelta, la verdad no teníamos pensado quedarnos, pero fue la súper decisión, primero porque Oliver encontró en menos de 5 minutos un camping que parecía el mejor sueño, pero además porque Venecia es de seguro la ciudad más hermosa que he visto en mi vida, de verdad es bella, es una pieza de arte cada rincón y pasaje.
También me quedo con el improvisado paso por el sur de Austria, donde viven amigos  de Oliver, esos días fueron de paisajes verdes, de comidas muy sabrosas, pero también de muchas risas, porque los austriacos "al menos estos

austriacos"viven la comunidad" se respira algo así como hermandad, y te reciben con los brazos abiertos. No puedo decir mucho de Austria, porque no conocí nada, entonces me parece una buena forma de cerrar esta nota proyectando una pregunta.¿Cómo es Austria?...








martes, 5 de junio de 2018

Apego


Pensaba hacer una nota sobre mi primer mes viviendo definitivamente en Alemania, pero mientras intentaba ordenar mis ideas, no dejaban de aparecer en mi mente muchas escenas de los últimos 4 o 5 años. En ese paseo por distintos momentos, distintas personas, situaciones y lugares,  logré comprender algo que no veía con claridad, logré responder una pregunta que muchas veces me hicieron y a pasear de que siempre dije algo como respuesta,  me quedaba con la sensación de que eso no tenía consistencia.
Como la mayoría de las personas tengo la capacidad de reinventarme, sin embargo creo que siempre hay al menos una vez en que hacerlo requiere una pasada por el infierno. A los casi 35 años esa experiencia la quemé, pero además de eso algo ocurrió. Durante ese tiempo, ese mal tiempo!,  viajé a la India por casi 2 meses, buscaba alejarme, conocer, aprender a meditar, pero principalmente me buscaba. Quería saber porque toda la vida me había postergado, porqué me dejaba llevar en el amor entregando hasta los huesos, quería entender a que le temía y porqué era capaz de aguantar las más horribles situaciones solo para que no me abandonaran. Fue duro, fue un viaje muy duro, pero en ese silencio de la lejanía con las cosas y personas que te lastiman, en esa curiosidad genuina a lo desconocido que se vive cuando viajas, ahí en medio de una calle caótica de India, en medio de muchos desconocidos que intentaban venderme algún objeto, en ese infinito humo de incienso y asado callejero,  pude distinguir quien era yo, pero lo más importante, pude distinguir que  quería de la vida y que no.
Cuando empecé a hacerme grande, Me refiero cuando pase los 30 años, me di cuenta que me aburrían ciertas cosas, yo quería cambiar, quería buscar una forma distinta de vivir mi vida, me interesaba estudiar, viajar, tener una casa propia, dejar para siempre el arriendo, quería buscar algún deporte que me llamara la atención, no sé, cosas así, tenía interéses, curiosidad. Me metí a un magíster, (no lo terminé), me metí a una escuela para ser instructora de yoga (no lo terminé). Comencé a sentirme desorientada y perdida, solo me importaba que mi pareja me quisiera, quería construir una historia bonita y me obsesionaba la idea, no quería un cuento, ni ser la madre abnegada ni la pareja perfecta, solo quería una relación y actividades que complementaran aquello, no sé porqué, pero había entrado en un túnel de necesidades más bien robadas, necesidades que cumplieran con el estándar de vida que la mayoría quiere. Yo por cierto no encajaba.
Después de mi viaje a la India y de cerrar medianamente un largo capítulo de desilusiones  me sentía  tranquila, si bien perduraba la idea de hacer cosas, mi mayor preocupación era  removerme del escombro, sacudirme de mi antiguo yo,  y poco a poco el alivio de no estar amarrada a nada ni nadie, ( literalmente en aquel tiempo no tenía nada, ni casa, ni cosas), enriquecía una parte de mi que desconocía. En ese tiempo  mis mayores pertenencias eran  una guitarra, un par de libros, algunos discos. Comencé a tejer, a andar en bici, a escribir en este blog, a hacerme festines culinarios los días viernes, adopté a la Rosita (gata), hice nuevas amigas y retomé contacto con antiguas, mejoré algunas prácticas en mi trabajo y me perfeccioné un poco en mi disciplina. Cada cosa llegó y encajaba conmigo, dejé de buscar equilibrio, a veces necesitaba algo, no sé cualquier cosa y aparecía como arte de magia, sillones regalados, cocina, muebles, todo aparecía de a poco. Jamás compré nada, hay gente solidaria que desecha cosas que tu justo necesitas y eso comenzó a pasarme. Nunca fui una persona capitalista, siempre me gustó comprar de segunda mano, pero antes me dejaba llevar, tenía miedo, quizás a ser mal evaluada por la tribuna, pero en este nuevo yo, recogí cosas de la calle, arte, muebles y cosas que se me aparecían como regalos.
Todo esto que cuento paso en poco tiempo, y es así como ahora siento que en poco tiempo viví más de lo que había vivido en toda mi vida.
Hoy recapitulando todo, pude ver porque me fue tan fácil dejar Chile, entendí que abandoné el miedo que me acompañó en todas las décadas vividas. Mi último tiempo fue muy ermitaño, pero ese yo ermitaño y a veces huraño es justamente el que nunca dejé fluir, siempre traté de ser agradable, siempre quise ser sociable y amable, quizás también lo soy, creo que si, pero tengo espacios largos de silencio, de hermetismo que necesito, y la diferencia es que hoy no estoy dispuesta a negociarlos.

 Amo muchas cosas en Chile, amigas y amigos, mi familia, mi trabajo y mis compañeras de pega, pero no tengo apego, no siento que los afectos se pierden al estar lejos, pierdes cosas, plata, materiales, pero realmente no me interesan esas cosas, y es probable que nunca me interesaron, es solo que no lo sabía. Viviendo aquí con mi compañero,  extraño hablar frente a frente con personas queridas, pero también la tecnología de hoy ayuda mucho en eso, y cuando pienso la cantidad de veces que vi a la gente que quiero solo durante el pasado año la cifra es negra.
No extraño Chile, Santiago no me gustaba el último tiempo, solía gustarme, pero ahora más vieja se me hacía una tormenta, cada vez más violento, y lleno de gente predicando cosas que no practica, nadie dispuesto a jugárselas, todos desconfiados, en fin,  malestar todo el tiempo, con algunas amigas compartía días lindos, desayunos en parques, subir algún cerrito, el carrete de vez en cuando con los viejos amigos.
Finalmente la pregunta  fue resuelta, dejar mi vida en Chile fue fácil, no tengo miedo,  quiero vivir a concho, si me equivoco, no importa, estoy siempre dispuesta a empezar de nuevo, a morir y vivir de nuevo, a pasar por el infierno cuanto sea necesario, a lo único que no estoy dispuesta nunca más es a vivir con miedo...

viernes, 16 de febrero de 2018

Conociendo Alemania


He intentado hacer un registro de todas las cosas que me parecen importantes de retener en este cambio, porque creo que más allá de ser un tiempo de conocimiento y adaptación, es también un momento de contemplación,  disfrute y a veces de mucho malestar.  Es difícil vernos en el cotidiano, observarnos, ver el modo en como hacemos las cosas, simplemente porque aprendimos a hacerlo así,  es parte de ese molde social al que pertenecemos, eso que llamamos idiosincrasia. 
Las veces que tuve la oportunidad de estar una temporada fuera de mi país fui cultivando cierta curiosidad en entender más que el patrimonio de una ciudad, y a pesar de que visitar museos y lugares turísticos siempre estuvo en la bitácora de los viajes, honestamente lo único que hice fue ir sacar la foto de rigor y listo. Sin embargo,  todos mis valiosos recuerdos son otras cosas, quizás algo estúpidas, yo no tengo idea,  pero es eso  con lo que más me quedé. Recuerdas por ejemplo, el día que casi perdiste un vuelo, un tren, un bus,  que extraviaste el pasaporte, que tomaste una dirección equivocada, que olvidaste el teléfono en un hotel, recuerdas las veces que lloraste abrazada de tu amiga, las veces que te enfrascaste en una discusión o que le contaste a un extraño algo que jamás le habías dicho a nadie. Finalmente recuerdas momentos, recuerdas sonrisas, personas amables, emociones, todo eso que una cámara no puede registrar.

Pero además de todo eso,  cuando estas fuera siempre inevitablemente haces comparaciones con tu país.  Muchísimas cosas no las entiendes no solo porque no entiendas el idioma, es algo más fino, es el modo en que entendemos el mundo, el lugar desde donde  miramos, y ahí todo, absolutamente todo se pone más difícil. Las comidas, la importancia de ciertos momentos del día, el respeto a valores,  la organización familiar, la religión, la política y muchas cosas más, pero todo eso lo entiendes cuando lo vives, no esta en ningún manual, ni en libros de historia, ni de turismo. No hay forma de que puedas conocer un lugar viendo las noticias ni documentales en Youtube,  seguro puedes tener información rica sobre la cultura, pero eso de ninguna manera significa conocer y mucho menos entender una cultura.

Llevo algo más de un mes en Alemania, y si bien este tiempo no ha sido de vacaciones, mi alma curiosa ha intentado de igual forma tener fotografías de momentos y situaciones. Durante el tiempo que llevo aquí he sentido de todo, a veces no comprendo porque debo hacer tal o cual cosa, no entiendo porque el código postal es una cuestión relevante por ejemplo, si Correos de Chile es casi un museo y si me llegó alguna cosa importante por correo, ha sido certificado, y de verdad algo histórico.
No entiendo porque el día termina tan temprano y hay que dormir, la noche y la tarde es algo incierto, la tarde empieza  después de las 12 pm y la noche que es cuando está oscuro termina a las 10 aprox,  luego si no duermes a esa hora es por insomnio o es la semana de Carnaval de Colonia o eres adolescente y debes aprovechar la vida. "Madre mía, solo puedo apelar al insomnio".
No entiendo porque el desayuno puede llegar a ser la invitación del fin de semana con amigos, ni porque debes tener un plan super organizado de lo que harás un día sábado, si en Chile el fin de semana es justamente para no tener horario, levantarte y acostarte cuando se te de la gana, en fin, tengo muchos más ejemplos.

Sin embargo hoy viví quizás un mal momento aquí, y digo mal momento, porque me sentí frustrada e infinitamente incomprendida. Fui a dar un exámen de alemán a una oficina que se dedica a eso (tomar exámenes). Cualquiera creo en esta situación está nervioso, pero me molestó y ofendió el hecho de no entender el sistema, la relevancia protocolar y los códigos rígidos de una institución que no es de mi país. Me molestó y perforo el cráneo,  quizás también porque en Chile trabajo en educación y sé muy bien que hay elementos relevantes y decisivos a la hora de evaluar los conocimientos de una persona. Me sentí pasada a llevar, muchísimo más intranquila de lo que debía estar.  La falta de respeto a una mujer que le quitaron un papel tipo torpedo  y a la cual la evaluadora confrontó delante de todos en la sala de espera, en mi pobre alemán solo comprendí lo que la mujer reclamaba "Esto debería ser privado",  otro tipo al que sorprendieron hablando por teléfono durante una pausa del test y que la mujer hizo exactamente lo mismo, confrontarlo delante de todos, con la fiel amenaza de reprobación. Todo eso antes  de pasar a rendir mi exámen, en una oficina, que para mi gusto no cumplía con ningún requisito básico de tranquilidad, una mujer que me dijo, no hablo inglés, me paso el test y me anoto la hora de inicio en un papel x, mientras ella se sentó frente a su computador a hacer trabajo, para luego pedirme el test, sin siquiera anunciar 10 o  5 minutos antes "se acaba el tiempo". El resultado de eso, malo, y nada pude decir más que si, no entendí, no sé, debo prepararme más.
Ahora más tranquila en la casa pienso que aprendí algo, quizás mayor al que llevo trabajando en educación para estudiantes que quieren aprender algo, o que "deben aprender algo". 
El aprendizaje es una cuestión compleja y la evaluación es parte de esa cosa compleja, el rendimiento, o aquello medible no puede ponerse solo en un papel, las condiciones son parte del aprendizaje, la manera en como evaluamos es finalmente la condición para decir aprobado o reprobado. Se bien que no existe formula, infinitas veces he escuchados a profesores diciendo en el actual colegio en el que trabajo y en otros anteriores, "se que ella sabe más de lo que muestran sus resultados" y siempre encontraron  la formula de sacar eso fuera.
 Se ciertamente que la estandarización es un error, pero no estaría tan mal, si fuera  humanizada, como ese profesor que conoce a su alumno, que sabe que dándole un poquito de valor se lanza, que le guiñe el ojo y lo ayuda con cariño, porque aprender cualquier cosa, con mayor o menor profundidad, depende de esas pequeñas cosas, de eso que no esta en el libro, ni en las instrucciones, ni en las lecciones.
Esto que hoy escribo casi como una anécdota y  espero quede en eso, guardaré para mis próximos meses, para ir comprendiendo algo, no se todavía que, pero en el tiempo uno siempre hace eso, atar cabos, darle la vuelta a la tuerca, como decimos en Chile, darle sentido a la experiencia, enriquecerla y valorarla como medalla de combatiente. 





lunes, 30 de octubre de 2017

Paja mental

Llevar tiempo dándole vuelta a ideas sin llegar a ningún asunto, suele ser muy tedioso, sobre todo cuando creemos que la adultez nos llevará a entender los devenires de la vida. El adultocentrismo, concepto muy escuchado y hasta manoseado en la bibliografía actual, me hace pensar en este instante, no porque encaje teóricamente en lo que quiero decir, solo lo menciono porque da sentido al   momento que estoy en donde creo que comprender solo sirve para eso.
Se me hace difícil no escribir en primera persona, quiero hacerlo alguna vez y que eso aparezca de manera espontánea, pero a pesar de que muchas veces no quiero exponer mi vida en un escrito, cuando lo intento pierdo el objetivo central y la finura del fluir en algo que reconozco como un alivio. Es fácil teorizar y racionalizar todo, buscar focos de entretenimiento, distraer la mente, hacer vista gorda de aquello que simple o no está en tu interior, allí donde nadie puede entrar por más que dejes la puerta abierta.  Estos últimos años de mi existir me la he pasado disfrutando de cosas sencillas, la simple idea de volver a casa en mi bicicleta y parar a escuchar el ruido de la ciudad, oler el pasto mojado después de la lluvia, distinguir a una persona sentada todos los días en el mismo escaño del parque, o los cambios de luz cuando el sol se esconde.
 Algo paso estos últimos días, algo muy rotundo y chocante a mis sentidos, llevo días tratando de apaciguar mi estado con la idea de que mañana será mejor. Una especie de apatía nostálgica y a ratos insignificante, un remordimiento invalidante que no logro manejar haga lo que haga.
Me he preguntado por la inmortalidad del cangrejo, y quiero saber qué pasaría si hubiera hecho esto o lo otro, me pregunto por lo que quiero, por lo que quise, por lo que nunca querré. Saber lo que a uno le pasa cuando realmente no pasa nada es por lejos lo más  incomprensible, “que le corten la cabeza” como dice la reina de Alicia en el país de las maravillas,  lo cierto es que esa idea no me parece tan descabellada ahora, me lo  decretaría si eso acabara con la paja mental y no con mi vida.
La vida pasa muy rápido para estar sumid@ en situaciones displacenteras, pero a veces ocurre que no hay nada allá afuera que te atormente, hay momentos en que las voces de tu interior se amplifican y te la ponen difícil, la vida no es tan sencilla, o lo es cuando hay cierto equilibro de bienestares y malestares, he pensado que cada cierto tiempo la vida que vive cada un@ se hace complicada porque debemos pensar, sentir y mirar el mundo, para que no pasemos por la vida apátic@s.  Sentir, pensar y vivir entre el bienestar y malestar en el fondo nos hace ser buen@s escuchando, diciendo algo acertado cuando nos relacionamos y otr@ sufre de algo que ya vivimos, nos hace ser seres conectad@s, como en la trilogía de Matrix, vivir en Sion con una esperanza de salvación de un dolor consciente.
Finalmente cada etapa en la vida nos pone de algún modo sensibles, alertas, crític@s y dolientes, hoy concluí que sufro quizás de aquello que llaman “crisis de los cuarenta”, porque se acerca mi cumpleaños, puede tener sentido, puede ser que hoy o estos días sean para mí una evidente reflexión crítica, una mirada a todo aquello que abandoné por seguir este camino, puede ser que las flexiones de la vida te arrancan a pedazos minúsculos de tus sueños, puede ser que disfrutar y enajenarte, estar indiferente y lucid@ sea parte del devenir, lo cierto es que tod@s pasamos por ese túnel.
Bienvenido nuevo año.


lunes, 3 de julio de 2017

Heridas emocionales

La mente es brillante y desconocida en un porcentaje aún no medible cuantitativa y cualitativamente. A pesar de que muchos conocemos un poco  lo que es, la verdad es que desconocemos lo que implica y cuales con sus límites.
Hace algunos años atrás comencé a preguntarme cuánto sé y cuánto desconozco de mi misma, porque el objeto más cercano que tenía para reconocer la mente era precisamente yo misma, y a pesar que aún no tengo respuesta, creo que he reconocido en el camino algunos elementos esenciales que quizás tod@s reconozcan también en si mism@s.
Es difícil desmenuzar y desvestir un ser humano, tod@s nos ocultamos detrás de murallas invisibles para los sentidos, ocultarse tiene una función de sobrevivencia, de convivencia  con uno mismo y con otros, uno se oculta por razones sociales, relacionales, familiares, laborales, etc. Entonces mi duda no estaba centrada en el “para qué” las personas ocultan emociones, ideas o sueños, mi pregunta se acercaba más bien a un saber qué oculta cada persona para sí (que ocultaba yo, más precisamente), de ese modo, pensé que lo que va guardando el ser, las personas, yo misma,  es información, que esa información se almacena en distintos lugares de la mente y el cuerpo, es a lo  que llamamos historia de nosotros mismos,  entonces,  lo que ocultamos  es la información que nos hace ruido, que nos asusta, que nos cuestiona o que nos duele, esa información de nosotr@s mism@s que no nos agrada, porque no encaja con ese ser que aparentamos ser, porque desentona con esa figura que por años hemos modelado y que lucimos claramente cuando decimos “yo soy así”.
Las heridas del cuerpo son fáciles de ver, las reconocemos con nuestros sentidos, visión, tacto, gusto etc. Esa cicatriz que deja la herida en el cuerpo es la evidencia de un evento, es el registro  que nos conecta con la información de lo que ocurrió, cuándo y cómo, es lo que nos traslada a ese momento histórico en nuestra vida,  no lo podemos negar, lo ves, y cada cierto tiempo alguna persona te pregunta, ¿Qué te pasó ahí?, ¿Eso es una operación?, ¿Te caíste?...luego esas preguntas dan pie al relato, buscas la información en la memoria y  nunca la cuentas de la misma manera,  porque el relatarla 1,2,3… inevitablemente te hace resinificarla, a veces incluso darle tintes de humor o de anécdota,  dependiendo, por cierto, de cuan traumático haya sido el evento.
Pero qué pasa con las heridas emocionales, con esas cicatrices invisibles a los sentidos, dónde se almacena la cicatriz, dónde está el registro físico de aquello.  Cuando pienso en esto, no puedo sacar de mi cabeza el concepto de mente y cuerpo unido, y me respondo con la idea de que las heridas emocionales también quedan registradas en algún lugar de nuestro cuerpo.
Hubo un tiempo que sentí  mucho dolor, dolor emocional y estuve  convencida de tener una cicatriz en el lóbulo frontal o en la médula, me dolían los huesos, la espalda y la frente,  pensaba que en algún momento la tecnología llegaría a graficar esas heridas invisibles a las máquinas de ese entonces, sonaba loco, pero hoy a varios años de haber pensado eso, lo cierto es que lo sigo pensando, creo que conservo cicatrices invisibles a los sentidos que conocemos.


Creo que la mayor parte del tiempo las personas necesitamos evidencias de lo que nos pasa, necesitamos evidencias visibles y palpables,  no nos sirven las apreciaciones, percepciones, yo creo que… yo siento esto…, somos quizás incrédulos y no damos espacio al instinto, a conectarnos con otros sentidos, buscamos eso que nos enseñaron a mirar con el ojo racional, abandonamos lo más primitivo del ser porque así nos dijo la historia que debíamos evolucionar, seres racionales y absolutamente domesticados para entender  la ciencia pura, la lógica. Creo finalmente que esa es la razón de que hoy por hoy no nos conectamos, pero nos emociona hacerlo, nos emociona ver una película que nos recuerde aquello, nos emociona cuando logramos minúsculamente reconocernos en algo, entender solo con una mirada, cuando vemos una herida en otro ser  sin entenderlo racionalmente, solo reconocerlo como una historia vivida, una herida emocional que también cargamos.

martes, 9 de mayo de 2017

Amar a distancia.Parte 2

Cuando amas a distancia te haces expert@ en hacer planes, tienes suficiente tiempo para armar y desarmar ideas, reales e irreales. Todo se vuelve un plan futuro, todo se vuelve posibilidad, todo es posible e imposible. A ratos quieres detener el tiempo, congelarlo, a ratos quieres que pase tan rápido el tiempo que nada ocurra entremedio, pero la real vida es el tiempo transcurrido entre lo que vives cerca de la persona y muy lejos de él o ella. Es difícil, pero a la vez se manifiesta para mí como una luz mega brillante, porque cuando quieres intentarlo no existe tiempo ni distancia errónea, confías en el futuro mucho más que en el presente, porque el presente se diluye y configura el recuerdo…el presente y el pasado. Es romántico y dulce, cuando dos personas quieren conocerse pese a toda dificultad de distancia, tiempo, ideología y cuando lo ilógico y lógico es lo más cercano.
Tengo miedo todo el tiempo, pero no más que en otras relaciones, temo que se acabe, o que cualquier cosa interrumpa el avance, temo que ese entremedio le dé chance  a estupideces, temo que mi amor no sea percibido por él o al revés. Lo bueno de amar es simplemente eso “Amar” bajo cualquier paragua, bajo cualquier escenario, bajo cualquier contexto y pretexto. Lo bueno de que dos personas se amen es amar.
Muchos me han dicho como si fuera la súper verdad… “ Un@ añora tener problemas reales!, todo eso que en la vida en pareja ya tuviste!”, es loco, pero es como si esperasen y eso fuera ley en una relación, bueno lo cierto es que no es cierto, yo no quiero, ni añoro nada de eso, yo quiero una historia nueva, yo espero todo lo contrario, espero no ser la que fui, y espero que mi pareja actual sea lo que es y lo que veo, no espero repetir nada, lo veo a él, lo miro a él y no se parece a nada, me sorprende su vida, su simpleza, su locura, su entrega. Me sorprende que  quiera conocer todo del mundo y que eso se reduzca a observar, oler, tocar, me sorprende tener ideas parecidas y que aquello no sea una reducción individualista, me sorprende que mi humor negro no sea un problema, y que el suyo me parezca la mejor broma del mundo,  me sorprende que se ría de algo que nunca a nadie le causó risa, me sorprende que desee aquello que secretamente yo también deseaba…




jueves, 13 de abril de 2017

Amor en Tailandia, Chile, Alemania.

Nunca pensé que escribiría en mi vida sobre esto. Seguro mil y una vez dije que era totalmente imposible pensar que yo podría sentir cualquier cosa por alguien a quien no pueda tener cerca. Retiro todas esas palabras ahora, dejo atrás todo aquel comentario,  opinión o sentir.
El amor es impensado, complejo, incierto, loco, pero absolutamente fascinante. Todo lo puede, todo lo sobrepasa y todo lo explica. Me parece difícil escribir sobre esto.  Difícil porque me siento inyectada de una nebulosa de sensaciones utópicas y a ratos reales. De aquellas cosas o sentires en donde pareces desaparecer de todo lo que te rodea. Lo cierto es que mi estado no es recomendable, parezco enferma del cráneo o algo así, pero también es cierto que no quiero alivio, sanación o cura para ello.
Estoy enamorada  de un hombre que vive muy lejos, tanto que realmente es difícil todo, coordinar las horas de llamadas, entender mientras nuestro idioma es distinto, y  todo absolutamente todo lo demás de una pareja "normal" me suena , SE AHOGAN EN UN VASO DE AGUA! EL AMOR ES MUCHÍSIMO MAS SIMPLE.
Pensar en el futuro es difícil, cada idea sobrepasa cualquier sueño, pero es realmente un trabajo de joyería tener ganas de besar el teléfono o el computador cada vez que hay que decir te veo mañana, sabiendo que eso será nuevamente una llamada, una visualización del espacio del otro, mientras tu vida sigue y debes hacer mil cosas. Es lindo contarse cada cosa y lograr que ese otro a quien añoras y siempre está  muy lejos esté conectado a tu día, quieres ser entendida, quieres mostrar, gratificar cada momento, el envía mil señales, mil veces, mil fotos, mil posibles situaciones, mil, mil, mil posibles sensaciones, que a ratos parece mucho más emocionante  que el cotidiano vivir, cuando ya todo es recontra entendido y recontra sabido. En esa magia del cotidiano, de eso que parece perderse,  de ese reencuentro y conciliación de cosas simples como un hola que tal estas.
Nadie dijo que la vida es simple, nadie dijo que es complicada, seguro cada uno escribe su propio libro, esa es la gran lección quizás, todos escribimos historias, memorias, dejamos registro, ¿Para qué? no lo sé. Pero es rico escribir cuando amas a alguien, y también cuando no amas a nadie, ni siquiera a ti misma o mismo, es rico escribir siempre, donde sea; Pero, es mucho mejor escribir cuando tu mirada se encuentra con otra mirada cómplice y decir en simples palabras, absurdas y públicas;
Te amo Oliver.